A veces es muy difícil luchar contra la corriente, contra fuerzas poderosas que todo lo compran con el dinero, disfrazando la dádiva con un manto de apoyo y cercanía a la comunidad, como es el caso de las mineras de la región de Tarapacá. En esa vereda, a veces incomprendida, se encuentra la profesora y ambientalista piqueña Anahí Guajardo Menares, habla abiertamente sobre cómo la expoliación de las mineras daña y destruye sistemáticamente la geografía, la fauna y la flora de la precordillera tarapaqueña.
“Hace un tiempo estaba en Lagunillas y, de pronto, me vi en medio salar. Estaba todo seco y a lo lejos, se podía apreciar la maquinaria de la minería, perforando el sector para secar las napas subterráneas, mientras lo animales del altiplano, por instinto, pastorean aún por ahí en busca del agua”, recuerda Anahí.
Su visión critica a las políticas de “acercamiento” de las mineras hacia la población, no ha sido fácil, ha sentido en carne propia un subterráneo hostigamiento y a veces las críticas de sus pares. “La minera Collahuasi compra todo, conciencias, gente, comunidades y medios de comunicación”, afirma.
“Es tal el poder que han reunido estos señores que hasta se están introduciendo en la forma de vida de las familias del altiplano chileno”, denuncia la profesora.
-¿A qué se refiere con eso de “involucrarse en el núcleo familiar”?
-Crearon la Fundación Collahuasi ( http://www.collahuasi.cl/espanol/index.htm ) con el pretexto de apoyar el sistema educativo, pero es una herramienta para insertarse en las familias de la zona. Ellos contratan maestros y se involucran en la enseñanza de los establecimientos con sus ideologías.
-Collahuasi ante la comunidad siempre aparece apoyando iniciativas cercana a la gente…
-Ellos manejan el tema en forma oscura, contratan gente de la Fundación Chile, que es ningún aporte para la educación pública. Yo, como profesora, no puedo participar en las pruebas que realizamos a los alumnos, sino otras personas.
-En la comuna de Pica hay varias comunidades indígenas con un rico acervo cultural ¿Cómo es la relación de las mineras con ese entorno?
-Hay una cosa que considero grave, como es la inconciencia, que nadie se dé cuenta de lo que está pasando con el medio ambiente. Sabes, que en las ceremonias de las comunidades, incluyen a representantes de las mineras. Eso lo pude apreciar en Cancosa hace algunos años. Hay personas de las comunidades que se han encontrado con dinero fácil de parte de las empresas mineras, sin pensar en el futuro y han vendido sus derechos de agua.
-Esta en una acusación grave…
-Las mineras pagan la educación de los hijos, y las familias de las comunidades se vienen a vivir a las ciudades. Ahora, muchos integrantes de las comunidades se dedican a la minería, ya casi no hay agricultura ni ganadería.
Para Anahí Guajardo, el análisis de la situación de las comunidades frente al poder económico de la minería, arroja como resultado la evidencia de “las leyes permisivas de medio ambiente que hay en Chile”.
Recién en 1994 en Chile se promulgó la ley de medio ambiente, cuando en otros países existe una regulación desde el año 1970. Sin embargo, la normativa vigente es débil y permite que las mineras cometan irregularidades. Lo hacen porque dan pega a la gente, y el Estado se queda tranquilo ya que aduce que crea fuentes de trabajo.
-Hace unas semanas la abogada Nancy Yánez, codirectora del Observatorio Ciudadano, dijo a El Sol de Iquique que existen estudios, que en unos 15 años más, Tarapacá no tendría agua ¿Qué opina de eso?
-Lamentablemente es así. Acá hay líderes que no impulsan una información sobre la verdad de lo que ocurre con la depredación del medio ambiente, por parte de las mineras. Es re fácil que te den cosas materiales, cosas que duran un tiempo, sin embargo no nos estamos preocupando de las generaciones futuras.
Tenemos que aunar criterios, para que la gente sepa la real contribución de la minería, que no es tanto. Las empresas con sus “aportes” se acogen a la ley de donaciones y, además de pagar menos impuestos, limpian la imagen. Pero al final no están ni ahí con la comunidad, la flora y fauna de la Región.
Por Ana Henríquez
El Sol de Iquique
Fuente: El Ciudadano
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