El occidente cristiano vive un momento en el que por doquier salen a la luz actos delictivos cometidos en el ámbito de la Iglesia, por lo que muchos se preguntan si los delitos de pederastia son los únicos hechos dentro de esta institución, que han tenido una influencia negativa en los afectados. No es difícil darse cuenta cuán grande es el ascendiente que esta institución ha tenido en las costumbres, los hábitos y las tradiciones del mundo.
Uno de los muchos ejemplos que se pueden aducir en este sentido tiene que ver con el consumo de carne, algo que se supone es indispensable para la alimentación humana, a pesar de que hace algún tiempo la medicina ha comprobado que una alimentación sin carne es más sana, que la crianza masiva de animales daña al medio ambiente y que el trato que se les da es cruel. No obstante, todo esto no ha hecho disminuir el consumo de carne, que sigue siendo enorme en los países que dicen ser cristianos, donde se piensa que el mandamiento “No matarás” no incluye a los animales.
Los documentos históricos existentes indican que los primeros cristianos prescindían del consumo de carne, pero con el emperador Constantino el cristianismo se convirtió en una Iglesia estatal con el fin de obtener un mayor poder político. A partir de entonces, los cristianos, que hasta ese momento habían vivido de forma pacífica, fueron obligados a prestar servicio con las armas y a comer carne.
A aquellos que siguieron siendo fieles al cristianismo de los primeros tiempos se les persiguió, se dice incluso que a los vegetarianos les hacía tragar plomo derretido. Por su parte el Papa Juan III proclamó en el año 561 un anatema contra los vegetarianos, ordenando: “Si alguien prescinde de los alimentos de carne, que Dios dio a los hombres para su deleite, y los considera impuros, que sea maldecido”.
Los padres de la Iglesia s. Agustín y Tomás de Aquino negaron que los animales tuvieran alma, estableciendo con ello que por tanto estaban excluidos expresamente de la salvación en Cristo. La Inquisición eclesial de la Edad Media hizo incluso aniquilar a aquellas personas que se negaban a matar animales. De acuerdo con las investigaciones de los autores alemanes Seifert y Pawlik sabemos que los cátaros no mataban animales. También sobre los valdenses se sabe que toda forma de derramamiento de sangre era para ellos un pecado mortal. De los maniqueos se lee lo siguiente en las actas de la Inquisición: “Además, ellos de ningún modo matarían a un animal o a un ave” (Bernard Gui, Manual del Inquisidor, tomo I).
En estos tiempos hay muchas voces a favor de los animales. Incluso teólogos católicos, como el catedrático y doctor Erich Grässer, quien hace pocos años dijo: “¿Qué cómo es con la Iglesia y la protección de animales? En este sentido tengo que decir claramente, que cuando se escriba sobre el tema ‘Iglesia y la protección de los animales’, será un capítulo tan oscuro como el tema ‘La Iglesia y la quema de brujas’.
En base a todos estos antecedentes el abuso de menores es sólo uno de los muchos abusos cometidos por esta institución. Para los vegetarianos no deja de ser una suerte que ya no existan las hogueras ni las cruzadas.
Por Juan Lama Ortega
Vida Universal
Fuente: El Ciudadano
Uno de los muchos ejemplos que se pueden aducir en este sentido tiene que ver con el consumo de carne, algo que se supone es indispensable para la alimentación humana, a pesar de que hace algún tiempo la medicina ha comprobado que una alimentación sin carne es más sana, que la crianza masiva de animales daña al medio ambiente y que el trato que se les da es cruel. No obstante, todo esto no ha hecho disminuir el consumo de carne, que sigue siendo enorme en los países que dicen ser cristianos, donde se piensa que el mandamiento “No matarás” no incluye a los animales.
Los documentos históricos existentes indican que los primeros cristianos prescindían del consumo de carne, pero con el emperador Constantino el cristianismo se convirtió en una Iglesia estatal con el fin de obtener un mayor poder político. A partir de entonces, los cristianos, que hasta ese momento habían vivido de forma pacífica, fueron obligados a prestar servicio con las armas y a comer carne.
A aquellos que siguieron siendo fieles al cristianismo de los primeros tiempos se les persiguió, se dice incluso que a los vegetarianos les hacía tragar plomo derretido. Por su parte el Papa Juan III proclamó en el año 561 un anatema contra los vegetarianos, ordenando: “Si alguien prescinde de los alimentos de carne, que Dios dio a los hombres para su deleite, y los considera impuros, que sea maldecido”.
Los padres de la Iglesia s. Agustín y Tomás de Aquino negaron que los animales tuvieran alma, estableciendo con ello que por tanto estaban excluidos expresamente de la salvación en Cristo. La Inquisición eclesial de la Edad Media hizo incluso aniquilar a aquellas personas que se negaban a matar animales. De acuerdo con las investigaciones de los autores alemanes Seifert y Pawlik sabemos que los cátaros no mataban animales. También sobre los valdenses se sabe que toda forma de derramamiento de sangre era para ellos un pecado mortal. De los maniqueos se lee lo siguiente en las actas de la Inquisición: “Además, ellos de ningún modo matarían a un animal o a un ave” (Bernard Gui, Manual del Inquisidor, tomo I).
En estos tiempos hay muchas voces a favor de los animales. Incluso teólogos católicos, como el catedrático y doctor Erich Grässer, quien hace pocos años dijo: “¿Qué cómo es con la Iglesia y la protección de animales? En este sentido tengo que decir claramente, que cuando se escriba sobre el tema ‘Iglesia y la protección de los animales’, será un capítulo tan oscuro como el tema ‘La Iglesia y la quema de brujas’.
En base a todos estos antecedentes el abuso de menores es sólo uno de los muchos abusos cometidos por esta institución. Para los vegetarianos no deja de ser una suerte que ya no existan las hogueras ni las cruzadas.
Por Juan Lama Ortega
Vida Universal
Fuente: El Ciudadano