Los motivos de los cambios climáticos que ocurren en la Tierra hay que buscarlos fuera de ella.
Desde el punto de vista de muchos investigadores en el área de la astrofísica, los motivos de los cambios que ocurren en el clima de la Tierra hay que buscarlos fuera de ella, es decir, son de origen astronómico.
No hay duda de que el Sol es el que activa el clima de la Tierra. Su radiación de luz, de calor, de energía electromagnética y su fuerza gravitacional influyen definitivamente en los planetas que orbitan a su alrededor.
El Sol cambia constante y periódicamente, ya que su forma, su intensa actividad, la rotación de los gases que conforman su cuerpo y su propia órbita son afectados por los cambios de presión ejercidos sobre su masa, causando variaciones en la intensidad de su actividad y sus consecuentes manchas solares, cambios en su campo magnético y en la velocidad con que giran sus gases. Todo esto hace que las emisiones solares cambien, afectando a su vez el clima de la Tierra.
Es común pensar que el Sol se encuentra fijo, flotando en el Universo con un puñado de planetas girando a su alrededor. Si así fuera, el centro de gravedad del Sol sería el mismo que el centro de masa (baricentro) de todo el Sistema Solar. Pero el Sol no está inmóvil en un punto, gira sobre su propio eje y se traslada en una errática órbita por el efecto de la dinámica de los planetas que giran alrededor de él -en especial los más grandes: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno- que, cuando se alinean entre ellos con el Sol, lo impulsan en un movimiento en torno, o afuera, del centro de masa del Sistema Solar.
Aunque irregular, esta órbita solar alrededor del baricentro, presenta 8 patrones característicos, que se alternan, cada uno, con duración aproximada de 179 años, y que sucede cuando se alinean los planetas gigantes, el centro del Sol y el baricentro del sistema solar, iniciando así, un nuevo ciclo solar, caracterizado por una disminución dramática de su actividad.
Algunos de estos patrones generan trayectorias simples, casi circulares. Cuando la órbita solar presenta esta característica, la actividad solar es alta y, en consecuencia, la Tierra se calienta. Otros patrones generan órbitas más caóticas con trayectorias irregulares que corresponden a épocas de poca actividad solar y, por ende, de enfriamiento de la Tierra.
Según esta teoría, el más reciente de estos ciclos de enfriamiento comenzó en 1996 y sus efectos habrán de sentirse hacia el 2010. Los cuatro ciclos previos de enfriamiento corresponden a los descendos de temperatura documentados en los años 1270, 1430, 1620 y 1790 respectivamente.
Fuentes: Crawford perspectives
Griffith.edu
Desde el punto de vista de muchos investigadores en el área de la astrofísica, los motivos de los cambios que ocurren en el clima de la Tierra hay que buscarlos fuera de ella, es decir, son de origen astronómico.
No hay duda de que el Sol es el que activa el clima de la Tierra. Su radiación de luz, de calor, de energía electromagnética y su fuerza gravitacional influyen definitivamente en los planetas que orbitan a su alrededor.
El Sol cambia constante y periódicamente, ya que su forma, su intensa actividad, la rotación de los gases que conforman su cuerpo y su propia órbita son afectados por los cambios de presión ejercidos sobre su masa, causando variaciones en la intensidad de su actividad y sus consecuentes manchas solares, cambios en su campo magnético y en la velocidad con que giran sus gases. Todo esto hace que las emisiones solares cambien, afectando a su vez el clima de la Tierra.
Es común pensar que el Sol se encuentra fijo, flotando en el Universo con un puñado de planetas girando a su alrededor. Si así fuera, el centro de gravedad del Sol sería el mismo que el centro de masa (baricentro) de todo el Sistema Solar. Pero el Sol no está inmóvil en un punto, gira sobre su propio eje y se traslada en una errática órbita por el efecto de la dinámica de los planetas que giran alrededor de él -en especial los más grandes: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno- que, cuando se alinean entre ellos con el Sol, lo impulsan en un movimiento en torno, o afuera, del centro de masa del Sistema Solar.
Aunque irregular, esta órbita solar alrededor del baricentro, presenta 8 patrones característicos, que se alternan, cada uno, con duración aproximada de 179 años, y que sucede cuando se alinean los planetas gigantes, el centro del Sol y el baricentro del sistema solar, iniciando así, un nuevo ciclo solar, caracterizado por una disminución dramática de su actividad.
Algunos de estos patrones generan trayectorias simples, casi circulares. Cuando la órbita solar presenta esta característica, la actividad solar es alta y, en consecuencia, la Tierra se calienta. Otros patrones generan órbitas más caóticas con trayectorias irregulares que corresponden a épocas de poca actividad solar y, por ende, de enfriamiento de la Tierra.
Según esta teoría, el más reciente de estos ciclos de enfriamiento comenzó en 1996 y sus efectos habrán de sentirse hacia el 2010. Los cuatro ciclos previos de enfriamiento corresponden a los descendos de temperatura documentados en los años 1270, 1430, 1620 y 1790 respectivamente.
Fuentes: Crawford perspectives
Griffith.edu
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